Piérdele el miedo a las verduras congeladas

No son sanas, ¡son sanísimas! Trucos para cocinarlas correctamente

En una era en la que, en la gastronomía y la alimentación, se vive una auténtica cruzada contra los alimentos procesados, cabe hacer un alto para dejar algo claro: no todos los alimentos procesados son malos. Al fin y al cabo, hemos recurrido al procesado de la comida con intención de conservarla desde la prehistoria: secado, ahumado, congelación, refrigeración… ¿Por qué esta defensa encarnizada de los fresco en detrimento del procesado? Cabe reconocer algo: el procesamiento se utiliza para mejorar los alimentos y hacerlos más nutritivos y seguros, en algunos casos, pero también para hacerlos menos saludables en otros, por desgracia (añadiéndole azúcar, sal, etc.).

 

La clave para discernir lo bueno de lo malo está en el etiquetado, evitando los ultraprocesados. Y aquí es cuando entran en juego las verduras congeladas, a menudo demonizadas por creencias populares: “no son sanas”. ¡Por supuesto que lo son! ¿Sabías que las verduras destinadas a la congelación son seleccionadas y procesadas en sus mejores condiciones? Justo en el momento en el que apenas han perdido su valor nutritivo. De hecho, varios estudios han comparado verduras frescas con congeladas y, tras ello, apenas han apuntado algunas diferencias.

 

¿Y qué debemos hacer para que no se pierdan las propiedades nutricionales de las verduras congeladas al cocinarlas? Pues lo primero, el ABC de cocina-de-verduras-congeladas, es el siguiente: no hace falta descongelarlas antes de cocinarlas. Lo más adecuado es echarlas directamente a la cazuela, con agua hirviendo y sal, pero también podemos cocinarlas salteándolas, al vapor o incluso al microondas. 2 trucos al respecto: añadir bicarbonato a la cazuela para que las verduras no pierdan color o cortar la cocción de manera rápida introduciendo los alimentos en un cuenco con agua y hielo.

 

Sobre la cadena de frío, algunas consideraciones. La primera es que ésta se haya respetado desde el minuto uno hasta el final, cuando encontramos las verduras en el plato. Para que no se rompa en ningún momento también debemos tenerla en cuenta tras adquirir el producto en el supermercado: debemos procurar que pasen el menor tiempo posible fuera del congelador, así como transportarlos en bolsas isotérmicas.

 

Un truco para saber si se ha roto la cadena de frío es fijarnos en que las verduras no formen un paquete compacto (excepto espinacas y acelgas), que no tengan hielo, ni siquiera el paquete.

 

Con todo, volvemos a plantearos algo: ¿y si le perdemos ya el miedo a las verduras congeladas? Están disponibles todo el año, son alimentos saludables y que conservan sus nutrientes  y además son súper cómodas. En Geland disponemos de una amplísima variedad de verduras y hortalizas congeladas que te harán la vida más fácil en la cocina de tu restaurante y que te permitirán crear platos con los que deleitar los paladares de tus clientes. Y conservadas en perfecto estado. ¡Echa un ojo a nuestro catálogo!